domingo, 28 de octubre de 2007

No hay profeta en su propia tierra

Sí, me convertí en un profeta porque señoras y señores...ME MUDÉ PORRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR FINNNNNNNNNNNNNNNNN!!!!! después de 23 largos y horrorosos años en los pagos del hormiguero de C. Evita (no la parte linda, sino la fea). Todavía, después de dos meses, no lo puedo creer. Ya no más ruido, gritos y cumbia hasta las seis de la mañana. Me siento en el paraíso, paraíso con transporte, paraíso a segundos de la Ciudad de Buenos Aires. Qué más pedirle a la vida (bueno, me quedan un par de temas pendientes como un novio, pero eso se negocia). Ahora mi hermano me está apurando así que no puedo entrar en detalles. Con tiempo, el fantástico relato de cómo sucedió el milagro (de que me mudé y de que volví a escribir, ja!). So long!!

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